jueves, 29 de noviembre de 2007

Pintura subabstracta



Dejarse caer atravesando ese espejo líquido y frío, respirar bocanadas de aire comprimido mientras se desciende al fondo, controlando el aire del chaleco compensador, revisando el manómetro, el visor, la hora... Bucear es una experiencia única.
Expresar en pintura una buceada fue para mí una decisión fácil. La forma se explica en la sucesión de eventos que se viven durante el tiempo que se permanece dentro del agua. La mente juega con dos cosas: la contemplación y el estado de alerta. Entre más profundo se va, la emoción se acrecienta pues los efectos de presión física se hacen notar de muchas maneras. El aire que se respira entra a mayor presión y las articulaciones no responden con la misma agilidad, yo le llamo el pinochazo.
Los colores en los seres vivos contrastan con la monocromía del agua y es fascinante escuchar ruidos, crujidos, ronquidos y chasquidos de los habitantes del arrecife sin que se pueda descifrar su procedencia ya que se pierde la estereofonía. Todo esto se entremezcla en el pensamiento y es así como, abstracto, me puse a pintar.
El lienzo es de 140 x 110 cms y lo pinté en dos sesiones de varias horas. Me agradó la experiencia de evitar a toda costa la figura.
Me siento a gusto con el resultado aunque sé que le falta justamente algo de profundidad, sin embargo no quiero continuar pues de seguro lo echaré a perder. Mejor hacer otros ensayando veladuras y raspados, que no elaboré en este titulado "Chitales", arrecife frente a la isla de Cancún al que se puede llegar nadando pues no está alejado de la costa y por lo tanto ya muy depredado. Ahí se encontraron piedras de río usadas antiguamente como lastre de barco.